Institucionalización:
A medida que la familia y la empresa crecen, la relación
directa familia–empresa resulta insuficiente. Para regular
situaciones de muy diversa naturaleza será necesario
crear espacios de decisión diferenciados entre si,
así como establecer reglas de actuación.
Esta dimensión recoge la existencia
de los siguientes espacios de decisión, así
como la valoración de su funcionamiento, en caso de
existir.
Diferenciación empresa-familia:
Las necesidades de la familia y de la empresa son distintas.
La familia tiene como función atender a las personas,
mientras que la empresa debe generar riqueza. El trato a recibir
por los miembros de la familia debe ser distinto según
desempeñen o no funciones en la empresa.
El modelo, al analizar el nivel de diferenciación
entre familia y empresa, evalúa, entre otros factores,
el trato, el reconocimiento de derechos y el nivel de exigencia
de los miembros de la familia, tanto los que forman parte
de la empresa como los puros accionistas.
Por lo tanto, el nivel de diferenciación
entre familia y empresa, mide:
- las diferencias en el trato de profesionales familiares
y no familiares,
- si existen instrumentos de reconocimiento de la propiedad
o
- si se han tomado medidas para mantener el nivel de exigencia
en la compañía.
Prácticas de gestión:
Desarrollar conocimiento y facilitar aprendizajes entre los
miembros de la familia empresaria es el mejor modo de asegurar
la pervivencia de la empresa familiar. Una familia empresaria,
para mantener su grado de competencia en la gestión
de la empresa, necesita potenciar desde la familia y desde
la empresa la exigencia de sus miembros familiares.
Así, en esta dimensión, se recogen temas como:
- la organización interna del equipo directivo
de su compañía,
- en profesionalidad de las prácticas de gestión
- el grado de utilización de determinadas herramientas
de gestión,
- la estructuración de la información.
Comunicación: La
familia empresaria debe definir reglas y espacios donde poder
diferenciar las relaciones propias de la familia, de aquellas
que son propias de profesionales de una empresa.
Por ello, en esta dimensión se recogen
indicadores como:
- el grado de explicitación de determinadas normas
que deben regir a la familia empresaria o
- la existencia de espacios para poner de relieve y debatir
los distintos puntos de vista que pueden existir entre sus
miembros.
Sucesión: Prever
el futuro significa identificar los posibles cambios que pueden
suceder y preparar a la organización, tanto familiar
como empresarial para integrar dichos cambios. Darse cuenta
del aumento de complejidad que una familia puede aportar a
la empresa y gestionar con antelación la integración
de dicha complejidad, es un modo de preparar a la empresa
para el futuro.
Por ello, en esta dimensión se mide
el nivel de preparación al respecto, mediante indicadores
que miden:
- la capacidad emprendedora de la generación entrante,
- el grado en que la empresa depende del primer directivo
y
- la planificación del proceso de sucesión
si la edad del máximo directivo lo hace necesario.