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Mediante un cuestionario auto-administrado, disponible on line,
el empresario, consejero o alto ejecutivo de la empresa, introduce
de un modo anónimo la información necesaria para
que el Sistema pueda elaborar un diagnóstico on line que:
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analiza las relaciones empresa-familia,
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resalta las áreas que requieren mayor
atención,
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propone las actuaciones concretas que podrían
llevarse a cabo,
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cuantifica el riesgo estructural de la empresa
familiar.
El diagnóstico hace una valoración de:
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La complejidad de la familia:
Este indicador viene determinado, básicamente, por el
número de interrelaciones posibles entre miembros de
la familia, así como por características y diferencias
de intereses entre ellos. Hay familias con mayor complejidad
que otras. Su complejidad normalmente se incrementa con el transcurso
del tiempo, a medida que estas crecen, pasando de una unidad
familiar, a un grupo compuesto por distintas unidades familiares.
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La complejidad de la empresa:
Es el indicador de la cantidad y variedad de interrelaciones
que se pueden producir dentro de la empresa, así como
su relación con su entorno competitivo. Las empresas
difieren en su grado de complejidad en función de las
actividades que realizan, su tamaño y sectores en que
intervienen, entre otras variables. Por ejemplo, un hospital
es más complejo que un supermercado.
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El desarrollo de la estructura:
La estructura de las relaciones empresa–familia es la
forma concreta en que la familia define sus relaciones con la
empresa. Esta estructura existe siempre, ya sea porque se ha
creado de forma explícita, ya sea porque ha surgido a
lo largo de los años. Dicha estructura limita el desorden
que familia y empresa pueden intercambiar, y debe estar más
desarrollada cuanto mayor es la complejidad de la empresa y
de la familia.
La estructura de relaciones empresa-familia se analiza mediante
cinco grandes dimensiones:
Institucionalización: A medida
que la familia y la empresa crecen, la relación directa
familia–empresa resulta insuficiente. Para regular
situaciones de muy diversa naturaleza será necesario
crear espacios de decisión diferenciados entre si,
así como establecer reglas de actuación.
Al evaluar esta dimensión, el modelo valora, entre
otros, la existencia de los espacios de decisión,
la existencia de reglas, así como la funcionalidad
de los distintos órganos.
Diferenciación empresa-familia:
Las necesidades de la familia y de la empresa son distintas.
La familia tiene como función atender a las personas,
mientras que la empresa debe generar riqueza. El trato a
recibir por los miembros de la familia debe ser distinto
según desempeñen o no funciones en la empresa.
El modelo, al analizar el nivel de diferenciación
entre familia y empresa, evalúa, entre otros factores,
el trato, el reconocimiento de derechos y el nivel de exigencia
de los miembros de la familia, tanto los que forman parte
de la empresa como los puros accionistas.
Prácticas de gestión: Desarrollar
conocimiento y facilitar aprendizajes entre los miembros
de la familia empresaria es el mejor modo de asegurar la
pervivencia de la Empresa Familiar. Una familia empresaria,
para mantener su grado de competencia en la gestión
de la empresa, necesita potenciar desde la familia y desde
la empresa la exigencia de sus miembros familiares.
En esta dimensión se evalúan, entre otros,
temas como la organización interna del equipo directivo
de la compañía, la profesionalidad de las
prácticas de gestión o el grado de utilización
de determinadas herramientas de gestión.
Comunicación: La familia empresaria
debe definir reglas y espacios donde poder diferenciar las
relaciones propias de la familia, de aquellas que son propias
de profesionales de una empresa.
En esta dimensión se valoran, entre otros, indicadores
relativos al grado de explicitación de determinadas
normas que deben regir a la familia empresaria, o la existencia
de espacios para poner de relieve y debatir los distintos
puntos de vista que pueden existir entre sus miembros.
Capacidad para la continuidad: Prever
el futuro significa identificar los posibles cambios que
pueden suceder y preparar a la organización, tanto
familiar como empresarial para integrar dichos cambios.
Darse cuenta del aumento de complejidad que una familia
puede aportar a la empresa y gestionar con antelación
la integración de dicha complejidad, es un modo de
preparar a la empresa para el futuro.
Por ello, en esta dimensión se mide el nivel de preparación
al respecto, mediante indicadores que miden, entre otros,
la capacidad emprendedora de la generación entrante,
el grado en que la empresa depende del primer directivo
o la preparación del proceso de sucesión,
si la edad del máximo directivo lo hace necesario.
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Riesgo estructural: Es el
índice de estabilidad de la Empresa Familiar. Refleja
la probabilidad de que la Empresa Familiar no pueda adaptarse
a nuevas situaciones provocadas por cambios que se puedan dar
en la familia, en la empresa, o en su entorno.
Una empresa alcanza un alto riesgo estructural cuando su capacidad
de adaptación a nuevos cambios y a nuevas situaciones
es muy baja y, al mismo tiempo, su situación familiar
y empresarial es potencialmente generadora de perturbaciones.
Una empresa en estas circunstancias es inestable, y corre el
riesgo de desaparecer debido a su poca capacidad de absorber
la complejidad de la empresa y la familia. El riesgo estructural
(al igual que la mayoría de riesgos como incendios, accidente,
etc.), es un riesgo real, que no es fácil de identificar
a priori si no es por un experto, o en este caso, por un sistema
experto.
Una empresa con bajo riesgo estructural tiene menor probabilidad
de desestabilizarse, ya que existe un equilibrio entre su capacidad
de integración de cambios y la cantidad potencial de
perturbación que su realidad empresarial y familiar es
capaz de generar.
El diagnóstico propone actuaciones
personalizadas:
El sistema FBK Diagnostic estudia el conjunto de datos introducidos
y genera aquellas propuestas que permitirán a la empresa
estudiada alcanzar el suficiente nivel de desarrollo de su estructura.
Es decir el desarrollo de la estructura no debe ser máximo
ni “cuanto más mejor”, sino el adecuado a cada
caso en concreto.
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